Para Mota Padilla, la ciudad es "patria común" de todos los habitantes del reino. Hay que meditar esta afirmación: ante todo, en función del autor y de la fecha. Mota Padilla es uno de los primeros frutos de la "ilustración" en la Nueva Galicia y un panegirista del regionalismo incipiente frente al poder de México (ese "vientre" que acapara todas las energías). Cronológicamente, está situado hacia la mitad del siglo XVIII, es decir, después del trabajo realizado durante dos siglos por las diversas fuerzas unificadoras (y no solamente políticas), en beneficio de Guadalajara: como sucede con frecuencia, la cantidad de más prestigio obtuvo la gloria, aunque no el provecho. En los siglos pioneros (XVI y XVII), las reacciones habían sido más débiles: cuando se trataba de determinar la capital del reino en 1549, uno de los consultados declaró, entre risas, que quisiera verla a quinientas leguas de allí; cuando la Audiencia llegó a Guadalajara en 1560 después de los pobres resultados en Compostela —se le acusaba de haber contribuido a vaciar la ciudad—, la recibió Andrés Villanueva en nombre de la municipalidad, y su actitud fue más que fría.