El cine documental vivió, a principios del nuevo siglo, una gran revalorización y un auge comercial. Lo hizo arriesgándose a saltarse las últimas reglas que lo encorsetaban y que limitaban sus espacios dentro del ecosistema audiovisual: insistió en ser subjetivo y experimental, renunció a la cámara y se atrevió incluso al uso de dibujos animados. Estas páginas pasan revista a las circunstancias que han favorecido ese auge en el contexto hispánico, muestran la interesante variedad que se esconde hoy bajo el membrete "formas documentales" ––desde las corporativas hasta las autoriales, desde las que invaden los cines hasta las que se desarrollan en Internet, pasando por aquellas que nacen para el museo" y dan la palabra a algunos creadores actuales indispensables. A través de los diferentes trabajos que componen el volumen se pone de manifiesto que el ya instalado carácter digital del audiovisual contemporáneo ha redefinido prácticas y modalidades de expresión.