Los habitantes de Éfeso, a quienes se dirigen estas palabras, según se nos dice en los Hechos, habían sido adoradores de la gran diosa Diana, y, con toda probabilidad, adoraban también al Dios Baccbus; en la celebración de cuyas fiestas, era siempre costumbre, es más, parte de su religión, emborracharse; como si no hubiera otra manera de complacer a su Dios, sino convirtiéndose en brutos.