Bioy Casares retoma en El lado de la sombra temas pasados: los cuentos «El lado de la sombra» y «Los afanes» vuelven a La invención de Morel desde diferentes ángulos.
Tal vez en este libro se vea mejor que en ningún otro ciertas peculiaridades del cuento de Bioy Casares que lo vinculan con la novela: sus elaborados marcos narrativos que muchas veces tienen estructura de muñecas rusas, las millas acumuladas en sus itinerarios y, principalmente, sus exquisitas digresiones.
Todo eso aparece en muchos de estos diez relatos publicados en 1962, sobre todo en la excursión, en principio, literaria a Mar del Plata de «La obra», en ese policial perfecto, cinematográfico y escalofriante que es «Cavar un foso» (cuento citado en La noche de la Usina de Eduardo Sacheri) y, por supuesto, en «El lado de la sombra», que inaugura y da nombre al libro, y donde un turista se encuentra con Veblen, un viejo amigo que, a cambio de una copa, le cuenta cómo fue que llegó a arruinar su vida al obsesionarse con su amante Leda, en una trama que incluye hoteles de lujo, fuego en casi todos los sentidos y una serie de extrañas recurrencias que recuerdan la inolvidable atmósfera de La invención de Morel.