El siglo XX termina con el auge de la condena simplista a las prácticas religiosas, por parte de académicos ilustrados, élites y gente del común. La religión nos dejó en la pobreza, la ignorancia y el atraso, dicen unos; en la guerra que acabará con el mundo, dicen otros. Tal como lo muestra el libro de Alberto Toscano, la religión no es un simple arcaísmo, sino un problema para pensar y experimentar. Un problema global. El autor nos propone recorrer determinados episodios cruciales en la vida de una idea: los usos y abusos de la idea de fanatismo que, en su despliegue, está poblada de sujetos (no individuos), verdades (no dogmas) e historias (no esencias).
Este libro nos convoca a buscar formas imaginativas para construir ese problema. En ese sentido, la cuestión no es la falsedad de la religión, sino los grados de verdad que puede alcanzar una abstracción determinada (en este caso, una abstracción religiosa). Esta obra nos invita a dejar de creer que la religión es una creencia del desdichado, del pobre o del supersticioso.