¿De qué color son las posguerras? Negro, de luto, todas. Ese color fue muy intenso durante la posguerra española, por las sotanas de los triunfadores que sacaban bajo palio al Caudillo Invicto. Y se combinó con el azul falangista, el gris de los que se ocultaban en las catacumbas y el rojo de la sangre de “paseados” pacíficos y de resistentes armados. Los cuatro se revelan En tiempos de acero (1939-1950), segunda entrega de la Trilogía de los tiempos. En ella de nuevo aparece Manuel Liñares, con más peligro de muerte que en el frente de batalla. Su relato comienza tras el fin de la Guerra Civil y al inicio de la Mundial. Xavier Alcalá recoge la peripecia vital del protagonista obligado a convivir con los asesinos de disidentes como él; y da fin a esta segunda novela de la trilogía cuando la guerrilla se va extinguiendo y los poderes del franquismo se consolidan gracias a su anticomunismo. Los vencidos se sienten más vencidos que nunca: los abandonan las democracias del mundo. Liñares sobrevive entre personajes tan fuera de molde como son los reales. Lo persigue “un dragón de múltiples cabezas”, el de la dictadura teocrática de Franco, pero se va salvando porque entre los represores –curas, militares, falangistas, guardias civiles– todavía queda alguno con rasgos de humanidad. Aun así, ni él ni su familia se libran de la insidia de las beatas: difamado, expulsado de su trabajo ferroviario, inicia negocios que mujeres vestidas de negro se empeñan en arruinar hasta que él ceda y renuncie a sus convicciones.